lunes, 28 de enero de 2008

Los colchones son mala gente


Mi cama sigue atada a ti.


Y esta noche dice que no me duerma, que se siente sola con tanto espacio desocupado, vacío.


Dice que quién va a cuidar y abrazar mis sueños.


Que quiere que vuelvas a dormir mientras yo finjo que estudio y te miro.


Que quiere que vuelvas a fingir que duermes para mirarme.


Pero yo desato los nudos, y apago la luz. No voy a hacerle caso a una cama barata y loca, que nunca ha sabido lo que quiere. Prefiero a la almohada. La cama se deja llevar por las emociones, se guia con el corazón. La almohada es fria y calculadora, puro razocinio y lógica. Por eso nos llevamos tan bien. (O tal vez lo que me gusta de mi almohada es que todavia huele un poquito a ti)

jueves, 24 de enero de 2008

Las reglas del juego

1. No vale enamorarse

2.Nada de compromisos,bodas o ataduras

3. No pases demasiado tiempo a mi lado, te sentará mal.
4. No te creas ni una sola de mis palabras ni dudes de ninguna de mis miradas
5. No intentes comprender mis noches de desvelo
6. No esperes nada de mi, y acepta de una vez que no soy tanto, que más bien soy tan poco
7. Mírame cuando no me de cuenta
8. Nunca te olvides de reir y beber conmigo; no te limites a los juegos de cama.
9.No te conviertas nunca en un tabú
10. SIGUE ROBANDOME CADA DOMINGO AUNQUE YO YA TE LOS HAYA REGALADO
Las reglas dicen que son para romperlas. Además yo no tengo derecho a imponer o exigir nada a nadie. Así que estas reglas no son reglas, son más bien consejos. Si yo tuviera manual de instrucciones, sin duda habría un apartado en el que las autoriades sanitarias recomendarían todo esto.

lunes, 14 de enero de 2008

Amanece un dia normal, demasiado normal quizá contrastado con el de ayer. Mientras me tomo el café, descubro que está lloviendo, y la cosa cambia. Decido hacerme dos coletas; un día lluvioso merece un look de niña buena. Creo que es demasiado temprano para sonreir asi.

Nunca me han gustado los paraguas; más bien es que me gusta mojarme de lluvia. Y a veces salto en los charcos, los que no son demasiado profundos, porque misteriosamente cuando llueve me vuelvo aún más chiquita, y no quiero arriesgarme a morir ahogada.
Pero hay un paraguas morado en el perchero, y decido abrirlo cuando salgo a la calle. Debajo del paraguas se crea una atmosfera de color lila intenso que huele a violetas; el repiquetear de la lluvia contra la mi mundo poco a poco se acompasa con la guitarra de Amaro Ferreiro.

Noto que la boca me sabe ligeramente a canela. No lo entiendo, hace mucho que no tomo canela. Tampoco importa demasiado, si no quieren besar unos labios de chocolate nunca van a interesarse por una boca de canela.

Empieza a llover más fuerte y cierro el paraguas. Todo se vuelve borroso y yo disfruto fundiéndome con la lluvia. A fin de cuentas, siempre me ha fascinado ir a contracorriente.

viernes, 11 de enero de 2008

Mañana empiezo

Clonk. Clonk.

Otra vez el grifo goteando. Se levantó de la cama y descalza y a oscuras fue a la cocina a cerrarlo bien. En el pasillo se acordó del gas, y volvió atrás para cerrarlo también.

La rutina de las noches en vela. Habia aprendido a escuchar el silencio; los ronquidos del vecino, los coches lejanos, el goteo de un grifo.

Se dio por vencida; ya estaba harta de dar vueltas en la cama. Encendió la luz y el mp3.

“And so it is just like you said it would be, life goes easy on me…”

Se pasaba la vida suspirando por algo que no era cierto. Todas las mañanas creía haberlo olvidado, pero lo recordaba durante toda la noche. Ella, que había sido una femme fatale; y por él esperó 3 meses por un beso. Un beso que duró toda una noche. Y después de eso, las circunstancias hicieron que pasaran muchos días sin verse. Busca otra canción.

“Have you forgotten the way you looked at me when we met?”

¿Cómo iba a olvidar aquella Mirada? No se conocían desde hacia más de diez minutos y para el parecía que el mundo hubiera desaparecido, y para él solo existiera ella. Pero ella sabia que no podía; sus besos ya eran de otro; estaba enamorada, ¿no? Aquella mirada le hizo dudar. Tres meses después, él volvió a mirarla igual, y esta vez ella le devolvió la mirada. Y parecía que la noche no iba a tener fin…

Pero el fin si llegó y parecía el fin de todo. ¿Porqué todas las canciones tenían que recordarle a él?

Y claro, ya no había “otros”. Ninguno era él. Si no tenían el pelo demasiado corto, eran demasiado altos. O se pasaban de extrovertidos o eran muy timidos. Ninguno tenia una boca como aquella, ni esos ojos, ni su voz…

Lo peor tal vez era saber que él estaba tan solo y aburrido como ella. Entonces, ¿porqué había que esperar a que el destino o el azar o lo que fuera volviera a juntarlos? ¿Por qué no podían simplemente llamarse por teléfono y decir lo que sentían? Una simple y cotidiana llamada…

“Quiero verte, y sé que tu te mueres de ganas por estar a mi lado. Quiero tenerte 100 dias dentro de mi cama. Quiero besarte suavecito y arrancarte los labios a mordiscos después. Quiero que lo hagamos como fieras hasta que caigamos rendidos y abrazados, y que al despertar volvamos a hacerlo, despacio, muy lento, sin fin…Quiero que volvamos a hablar bajito, con los ojos…”

Vale, estaba delirando. Apagó la luz y el mp3 y cerró los ojos.

“Lo voy a olvidar, esta vez de verdad. Mañana empiezo”

La soledad

La soledad
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