lunes, 31 de marzo de 2014

I will survive

Nunca seré la chica del coro, 
ni tampoco la rubia de la puerta de al lado. 
Más bien soy de las que abruma y desquicia, 
la que no sabe ser la nada de nadie, 
la apátrida que nunca le presentarias a tus padres, 
la que escucha y asiente incluso ante lo que no quiere escuchar, 
la que sólo te apetece acariciar si está desnuda. 
Pero tranquilo, 
yo ya he aprendido a sobrevivir conmigo misma 
y a disfrutar de la caída.

Domingo

Si ya has arrancado las etiquetas a todos los tercios del mundo
y ningún mechero enciende
y se te quedan las nalgas frías
y ni el funky te hace bailar
y ninguna llave entra en la cerradura
y el bolígrafo no te hace caso
y se te acaba tu pintalabios rojo
significa, querida, que has tocado fondo.

jueves, 20 de marzo de 2014

La chica puente

Ella quería ser feliz
y no enamorarse en el intento.
Por ahora lleva:
tres tazas de café diarias,
unos cuantos orgasmos,
doscientas catorce cervezas,
incontables cigarrillos,
ciento ochenta y siete noches durmiendo sola,
muy pocos besos,
trece chupitos de valor,
un puñado de mensajes sin enviar,
cincuenta y nueve conversaciones transnochadas y media
y casi ningún abrazo.
Seguiremos informando.

jueves, 13 de marzo de 2014

Ahora, el exilio

Me asomo a ti como quien espía por el hueco de una cerradura
y me pregunto dónde coño quedaron nuestras huellas,
si Mary Poppins sigue mostrando el camino a casa
y si la palabra casa tiene aún algún significado.
Los bares que servían poesía barata
lucen carteles de “se traspasa”
y las musas ya no fuman en los escalones,
ahora tienen horario de oficina y yoga de nueve a diez.
El epicentro de la revolución
ha sido tomado por las gentes de azul
y las palabras libertarias las cubrieron con publicidad
y desencanto.
Los amantes caníbales no llegaron a devorarse
y se limitan a soñar ahora con el polvo del sábado
(que nunca llega).
Yo por mi parte sigo camuflándome bien
entre tu humo y tu tristeza
y busco a tientas mi sombra,
que debe seguir vagando contigo,
felizmente infeliz como solo tú sabías hacerla
en aquel entonces en que la vida no solo se medía en minutos
mientras en tu espina dorsal se cruzaban el infierno y el paraíso
por los mismos recodos que ahora,
con los ojos turbios de tiempo y distancia,
me siguen pareciendo el más hermoso vertedero
en el que dejar florecer los sueños marchitos.

La soledad

La soledad
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