Recorrí todos los puertos
buscando siempre el mismo agua,
mordí el polvo y escupí el semen,
me tragué las palabras y las torné en
sangre,
me alcé derrotada en todas las cimas
hondeando la bandera de tu reino
perdido
y bebí en más barras de las que puedo
recordar
y colonicé al fin tu lado de la cama
dejando las ventanas abiertas
para fingirme que no te echo de menos
y que los vecinos no se enteren
de que son tus cartas las que no
llegan.
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