sábado, 5 de noviembre de 2011

Mancillando a Cernuda

Donde los ecos de mi voz
Se deshagan sin más entre acordes infinitos
Y ya solo queden sombras chinas
En aquella caverna que ahora
Pretenden convertir en balneario.

Donde las constelaciones se disuelvan
Mientras los cuerpos se separan perdidos
Sin la guía de aquel mapa de exploradores de pecados.

En ese rincón oscuro donde los sueños dan paso a la realidad
Y el amor ya no es más que una escusa
Para afrontar mejor los impuestos
Y sobrevivir atontados a las tediosas tardes de domingo.

Allí donde ya ni siquiera seamos el tiempo que nos queda
Porque el tiempo esté sometido
A los caprichos de las agujas de un reloj cualquiera.

Donde besos y versos no sean más que fruto de rutinas,
Y la locura de aquellas madrugadas
Tenga el amargo sabor de un recuerdo impertinente;
Donde la libertad ya ni se luche ni se sueñe,
Disuelta en palabrería panfletaria,
Ausente de la realidad como lo están los sueños.

Allí donde todo sea tan lógico
Que ya nada tenga sentido.


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La soledad

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