jueves, 28 de mayo de 2009

Querida Bogotá

Antes de irme, quiero dejar un poco de mí en ti, y tras pensarlo mucho he llegado a la conclusión de que lo mejor será saltar desde Monserrate, llenarte con mi sangre y mis sueños y mi olor, impregnarlo todo de mi, para quedarme siempre en todos y cada uno de tus habitantes, en tus esquinas, en tus avenidas, en el Transmilenio, en los bares, en el humo, en la muerte, en las fuentes, los colectivos, las invasiones, los gamines, se va a hacer romper, las iglesias, la fe ajena, el ruido, las nubes; volar sobre las nubes de este cielo confuso e indeciso, y ser un poco de lluvia y de sol, un poco de frío y de viento, y rozar los rostros de millones de personas anónimas que van siempre sin rumbo vagando por este laberinto de carreras, de taxis, de manos, de ojos, de lenguas, de miedo, de risas y flores, y ser también los 100 pesitos para un pan, y el cuchillo que rompe la noche, y la ambulancia inútil a 200 por hora, y estar en el sabor del tinto, del chocorramo, de la yuca, de un águila bien fria, del aguardiente, del arroz con lentejas, y en el olor de la aromática, de la basura derramada, de los perros, de los parques, de las hojas, de los cigarrillos; quiero ser el humo de un piel roja, fuerte, negro, libre, disperso, derramándose en los pulmones y la saliva de una bonita mujer con los pies llenos de rumba y las manos llenas de tristeza, y quiero ser la barraquera de sus ojos, tal vez el fruto de su vientre, tal vez sus grititos por las noches, y después quiero volverme un gato y escaparme por los tejados, a oler mi propia sangre derramada desde Monserrate, a cortarme las venas con poesías impregnadas de alcohol y cocaína, a saborear la noche y el sexo, las estrellas ocultas, la luna agonizante, vagar por los tejados del norte y escuchar el ruido vacío del dinero, oler la inexistencia de las vidas tan llenas que quedan ahogadas en champagne y soledad, buscar el amor dentro de los carros caros y los vestidos de boutique y no encontrarlo; quiero ir después al centro, a la candelaria, a chapinero, a aspirar un poco el olor de la marihuana y de la vida breve, de la música y la libertad y los cuentos, y bajar hasta el sur a escuchar las risas tristes de la pobreza, a respirar el miedo que mueve a luchar, a ser la lucha, a ser la supervivencia y la fuerza de los sin nombre, de los olvidados, quiero ver a un niño sucio correr hacía mi para acariciarme con sus pequeñas manos y jugar conmigo a ser feliz un rato, y que un adolescente despechado me tire piedras que digan esa chica no me quiere, prefiere a los chicos con plata y pistola. Quiero que mi sangre se evapore y suba a las nubes, y que los miércoles cuando llueva se desparrame sobre vuestras cabezas y sintáis mi olor y mi sabor, y así nunca olvidéis que un día os amé, que amé esta ciudad, y quiero ir por las tuberías y ser la sangre que te limpia, la sangre que bebes, la sangre que botas, y acabar en alguna alcantarilla mal diseñada e inundarte cuando llueva.



Quédate mi sangre de recuerdo ahora que voy a estar lejos vagando por la tierra que debería sentir mía, buscando sin éxito arepas con queso, Candelarias y Goliardos, Mayos y Arrieros, Zapatos y Calvos y rubias costeñas y meseras con bocas de sueño, buscando una razón para luchar, un agua de panela, algún punki que baile vallenato, buscando algo tuyo en mi patria, consciente de que he perdido la partida antes de empezar. Pero tranquila muñeca voy a estar bien aunque no lleve sangre en las venas, sé que los amigos que han sobrevivido a mi locura me abrazarán a pesar de sentirme fría, que mi gato lamerá las heridas que me provocas y mi familia me prestará algo de su sangre que es también la mía. Y voy a vivir el tiempo que haga falta sin lo que aquí te dejo, recordando a que sabe el vino y el aceite, a que huelen las mañanas cuando no hay pericos si no pan tumaca, a que suenan los besos de mi madre y cómo es embriagarse y reír con los de toda la vida en los bares de siempre; tal vez le cante una canción triste a mi primer amor o tenga el valor de poner flores en la tumba de mi infancia. Aprenderé a bailar flamenco por ti y te escribiré cartas firmadas con sangre robada, y cuando vuelva tú me devolverás la mía y cada gota me contará las historias que has vivido sin mí, me hablarán de cuántos corazones se han roto en mi ausencia, cuantos positivos han muerto en falso, cuántas monedas de 100 pesitos has negado a un pan, si tus amantes eran mejores que yo y si me has echado de menos.



Pero aún quedan unos días para el adiós y las lágrimas, para cantar As time goes by mientras mi sangre se derrama desde Monserrate. Ahora me esperan días de vino y rosas, bailes de gala y risas ansiosas entre palabras mareadas por la morriña. Todavía te siento bajo mis pies y voy a aprovechar cada segundo a tu lado, voy a beberte, respirarte, fumarte, chuparte, devorarte y besarte; puede que hasta te baile. Y cuando llegue el momento en que el avión comience a despegar, miraré hacía atrás y veré tus lágrimas mezcladas con mi sangre, y comprenderé que a tu manera tú también me has amado.



Siempre tuya,



Mamen
Carmen

1 comentario:

Tamofli dijo...

Tus palabras me llevan a ti, a sentir lo que tu has podido sentir aqui en Bogota y lo que yo he sentido... caminos diferentes, sensaciones diferentes que se unen de la mano de una casteña o quizás de un aguila en aquel bar de la 19, que se ha convertido para ti y a veces para mi en refugio de lagrimas, de besos endulzados, de meláncolias camufladas en una vaga sonrisa, de sueños confusos, y de alas con fecha de caducidad. Te recuerdo los primeros dias y te veo ahora, más mujer que antes, quitándote la máscara del miedo y de la autocrítica para verte tal y como eres reflejada en las miradas de aquellos que te quieren porque han descubierto en ti alguién muy especial. Coje las herramientas que aqui has encontrado y llevatelas allá donde vayas, no la dejes bajo llave por si vuelves porque puede que se oxiden, sé fuerte y mira hacia delante, la vida tiene tanto que ofrecerte y tu a ella...recuerda que lo verdadero siempre está ahí, que todo cambia sí, pero por eso la vida es emocionante, vivir en una constante quietud sería horrible...tus lagrimas son prueba de que lo que has vivido aqui es verdadero, que algo en ti ha cambiado, igual que algo ha cambiado en aquellos que te conocieron sin marcaras...sé feliz por ello.
te quiero pekeña

La soledad

La soledad
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